Marta, Alfredo, Sonia, Gustavo y ciento de miles de personas saben a cada instante dónde están cada uno de sus contactos, qué es lo que hacen, por dónde se mueven… gracias a las redes sociales. Algunos las aprendieron, otros nacieron con ellas y, ahora, en ninguno de los dos casos pueden vivir sin ellas. Todos las utilizan para saber que hay de los demás pero también que ocurre por el mundo. La obtención de información en las redes sociales se ha convertido en una práctica cada vez más habitual.
La pregunta que siempre aparece es: ¿hasta que punto las redes sociales son fiables para estar informados de la actualidad?
Hay que tener en cuenta que las social network son un espacio online destinado a compartir tu vida con amigos y familiares, así como, opiniones personales de algún tema de interés. Pero, desde una perspectiva periodística, estos entornos son dudosos a la hora de buscar información veraz. Esto es debido a que se desconocen las fuentes y la información puede ser un rumor, una equivocación (como la foto del asesino de Newtown, que era errónea en Twitter) o un engaño premeditado para conseguir algo (no sería la primera vez).
Ahora bien, yo abro otra línea de debate. Los medios de comunicación son por excelencia el canal de la información mundial. Pero, ¿hasta que punto son veraces?
Como se sabe, los medios están influenciados por intereses políticos y económicos. La información se convierte en el beneficio de unos pocos mientras que la sociedad se ve en envuelta en la manipulación informativa. Está manipulación está enfocada a crear adeptos a una ideología o a aumentar el malestar general, para provocar un efecto mariposa dentro de la sociedad.
Desde mi punto de vista, los medios de comunicación dejaron de ser objetivos en el mismo momento que pasaron de ser un canal de información a un negocio para sacar millones. Y lo que más duele a los periodistas, es que la mayoría de los periódicos, televisiones, radios, revistas… no están dirigidos por profesionales de la comunicación sino por ingenieros, administrativos o personas que no conocen bien el mundo de la información.
Por ello, el ciudadano se ve obligado a buscar las diferentes versiones sobre un tema para poder, él mismo, sacar una conclusión del asunto. Pero siempre nos quedará las mismas dudas: ¿hasta qué punto seguimos influenciados por la manipulación informativa? ¿Es cierto todo lo qué leemos?
Con Ñ de mostoleÑa 
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